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El mayor espectáculo del mundo de Barnum & Bailey. Escenas cómicas de bicicletas y patines de ruedas (The Strobridge Lithographic Co., Cincinnati & New York, 1900) |
Ya he hablado
en otra ocasión de mi amigo Carlos. Carlos es uno de esos científicos que después de labrarse una carrera en el extranjero se ven en la imposibilidad de volver a España. Y no por falta de ganas. Pero no es de eso de lo que quiero hablar hoy. El caso es que hace un par de semanas Carlos, que es profesor titular en la Universidad de Upsala, en Suecia, pasó unos días en Madrid para participar en un congreso de Física, y tuve la ocasión de verlo. Hablamos de muchas cosas; también de este blog. Ante mis lamentos sobre el escaso número de comentarios que recibe
El neutrino, me aconsejó escribir sobre temas más polémicos. Y no le falta razón.
Pero me cuesta. Nunca he sido muy dado al conflicto. Siempre he seguido ese consejo que dan las madres de "no significarse". No porque no quiera tener enemigos, que al fin y al cabo cada uno es muy libre de enemistarse con quien le venga en gana, sino porque no me apetece hacerme enemigo de nadie. ¡Qué pereza! Aunque el consejo de Carlos seguía dando vueltas en mi cabeza, no me decidía. Necesitaba un empujón. Y casualmente, ese empujón me llegó, por mediación de una joven desconocida, un par de días después.