Hace unos ciento sesenta millones de años, a finales del Jurásico, el clima global era cálido. La formación de Shishugou, situada en el margen occidental del desierto de Gobi, en el noroeste de China, era por entonces una región boscosa con inviernos secos y veranos lluviosos debido a la influencia de los monzones. Grandes araucarias cubrían con su sombra un sotobosque de coníferas, colas de caballo, helechos y helechos arborescentes. Shishugou significa "el valle de los árboles de piedra", por los troncos petrificados que se han encontrado allí. En la zona habitan dinosaurios, pterosaurios, mamíferos, cocodrilos, tortugas y anfibios. Junto a una pequeña cadena de montañas con volcanes activos hay una zona pantanosa. Cuando un volcán entra en erupción, la lluvia de cenizas forma un fango viscoso que se acumula en los pozos que crean los pisotones y chapoteos de los grandes dinosaurios. Otros animales más pequeños quedan atrapados en el fango y se hunden debido al paso de nuevos dinosaurios y a los intentos de escapar de las nuevas víctimas. Algunos depredadores también caen en la trampa al intentar aprovecharse de la comida fácil. Así se formaron en este yacimiento acumulaciones verticales de esqueletos de entre uno y dos metros de profundidad.