Murciélagos de cola de ratón saliendo de Bracken Cave (U.S. Fish and Wildlife Service / Ann Froschauer - CC BY 2.0) |
En Ciencia para escuchar hemos superado los veinte millones de descargas. ¡Veinte millones! ¡20 000 000! De pocas cosas se pueden encontrar grupos de veinte millones en nuestro planeta.
El murciélago de cola de ratón (Tadarida brasiliensis) es uno de los mamíferos más abundantes de Norteamérica. Es un murciélago mediano, de unos 9 centímetros de largo y 15 gramos de peso. Este murciélago forma las mayores congregaciones de mamíferos del mundo. La más grande se encontró en Bracken Cave, una cueva situada al norte de San Antonio, en Texas (EE.UU.) y estaba formada precisamente por unos veinte millones de individuos.
Bueno, pensará el lector, las agrupaciones de insectos serán mayores. Pues resulta que no. En un termitero "solo" hay unas doscientas mil termitas, y los hormigueros de la hormiga roja de fuego (Solenopsis invicta) pueden llegar al medio millón de individuos. Incluso cuando ruge la marabunta sólo se reunen entre cien mil y dos millones de hormigas legionarias. Aunque hay quien dice que las hormigas argentinas (Linepithema humile), que han invadido el oeste de Europa desde el norte de Italia hasta la costa portuguesa, forman aquí una sola colonia de más de seis mil kilómetros de longitud y miles de millones de individuos.
Sólo 16 aglomeraciones urbanas superan los veinte millones de habitantes: Cantón, Tokio, Shanghai, Yakarta, Delhi, El Cairo, Lagos, Sao Paulo, Karachi, Manila, Daca, Bombay, Seúl, México, Nueva York y Pekín. Una población equivalente a la de un país como Rumanía.
Si quisiéramos contar una por una los veinte millones de descargas, a una por segundo, tardaríamos 231 días, casi 8 meses. Y veinte millones de días son casi cincuenta y cinco mil años.
Hace 20 millones de años, en el Mioceno, nuestros ancestros se separaron de los de los chimpancés, se levantó el Himalaya, y no existía el istmo centroamericano. Por esa época aparecieron las primeras sabanas norteamericanas.
Según el Estudio General de Medios de abril-mayo 2016, en toda España hay 24 millones de oyentes de radio. El periódico de mayor tirada, El País, necesita 100 días para vender veinte millones de ejemplares; y la revista de divulgación científica de mayor tirada, Muy Interesante, casi 5 años. Incluso los documentales de La 2 tienen menos de medio millón de espectadores de audiencia diaria. Y a saber cuántos de ellos están despiertos...
El que sí nos supera, y de calle, es Julio Iglesias. Todo hay que decirlo. Él solito ha vendido entre 50 y 100 millones de discos en todo el mundo. No como yo, que aún no he llegado al millón de páginas vistas en este blog; sólo llevo ochocientas mil.
Si nos vamos de la Tierra, se estima que existen en el Sistema Solar unos 25 millones de asteroides con un diámetro de cien metros o más. Según datos de marzo de 2016, sólo conocemos poco más de un millón de asteroides y cometas (de todos los tamaños) y, de estos, sólo han sido numerados (porque se tiene suficiente información sobre ellos) unos setecientos cincuenta mil...
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Podríamos seguir, pero ya es suficiente para hacerse una idea. Para celebrar estos veinte millones de descargas, hemos grabado un programa especial que puedes escuchar aquí.
En el programa hablo un poco de pasada de un estudio que sugiere que algunos sinápsidos, antepasados de los mamíferos, ya tenían glándulas mamarias y estaban cubiertos de pelo: Benoit, J. et al. Palaeoneurological clues to the evolution of defining mammalian soft tissue traits. Sci. Rep. 6, 25604; doi: 10.1038/srep25604 (2016)
Los autores han buscado correlaciones entre el esqueleto, que generalmente es lo único que tenemos en los fósiles, y los tejidos blandos de los animales. Por un lado, analizaron mediante TAC 29 cráneos de prozostrodontes (Prozostrodontia) fósiles, un grupo que se remonta a finales del Triásico y que está formado por los mamíferos y sus parientes más próximos. En todos ellos, al igual que en los mamíferos actuales, el canal infraorbital, donde se aloja el nervio infraorbital, se encuentra completamente osificado, retraído y sin ramificar, a diferencia de lo que ocurre en los reptiles. Este nervio es el que, en los mamíferos, transmite la información de las vibrisas, los bigotes, que al fin y al cabo son pelos, así que parece que el pelo ya se había desarrollado en estos animales. Por otro lado, un grupo aún más amplio y antiguo de sinápsidos, el de los probainognatos (Probainognathia), que se remonta a mediados del Triásico, presenta el cerebelo más desarrollado y la fontanela parietal completamente osificada, con el foramen parietal ausente. Se sabe que, en los ratones, estos rasgos están controlados por el gen Msx2, que también rige la aparición de las glándulas mamarias y el pelo, lo que sugiere que ambos rasgos se encontraban ya presentes también en aquellos, hace más de 240 millones de años.
Y no puedo terminar sin dar las gracias a los oyentes, que son los que han hecho posible esta celebración. ¡Gracias!
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