miércoles, 6 de marzo de 2013

Un planeta a la vuelta de la esquina

Impresión artística del sistema Alfa Centauri con su planeta
(ESO/L. Calçada/N. Risinger, 2012)

(Ampliación del artículo publicado originalmente en Madrid Sindical)

El pasado 16 de octubre, tras más de cuatro años de trabajo, un equipo de astrónomos europeos anunció el descubrimiento del exoplaneta más cercano a nuestro Sistema Solar. Se trata de Alfa Centauri Bb, un planeta ligeramente mayor que la Tierra que orbita la estrella Alfa Centauri B, una de las estrellas más próximas a nuestro planeta, a sólo 4,37 años-luz de distancia.



Lamentablemente, el planeta no es habitable, y seguramente no alberga vida: se encuentra demasiado cerca de su estrella, y la temperatura de su superficie alcanza los 1200 ºC; es probable que esté cubierto de lava. Pero ya hemos descubierto bastantes planetas alrededor de otras estrellas para saber que los planetas pequeños como éste no suelen estar solos. Es muy posible que haya más planetas en ese sistema, aunque cuanto más alejados de su estrella estén, más difícil será detectarlos. En todo caso, la estrella Alfa Centauri B se ha convertido en el objetivo más adecuado para una sonda interestelar de exploración. Pero ¿sería factible enviar una nave espacial a Alfa Centauri B? Una nave tripulada, evidentemente, no. No hay más que ver lo que nos está costando decidirnos para enviar astronautas a Marte.

¿Cuánto tardaría una sonda en llegar allí? La sonda Voyager 1 se está alejando del Sistema Solar a 17,4 kilómetros por segundo. Parece mucho, pero si se dirigiera a Alfa Centauri B, que no se dirige, tardaría unos 76.000 años en llegar allí. Demasiado. Existen planes de la NASA para explorar los límites del Sistema Solar con sondas que recorrerían 150.000 millones de kilómetros en pocas décadas. Pero aún a esa velocidad, unos 300 km/s, tardaríamos mil años en llegar a la estrella más cercana. Con cohetes convencionales es imposible hacerlo mejor, porque la masa de combustible necesaria crece enormemente con la velocidad que queremos alcanzar; necesitaríamos una nave mayor que nuestro planeta para llegar a Alfa Centauri B en unas décadas.

Hace falta otro sistema de propulsión. Entre los muchos propuestos, los únicos más o menos realistas son las velas impulsadas por láser y los motores de fusión nuclear. Ambos permitirían alcanzar las estrellas más cercanas en cuarenta o cincuenta años, pero hoy en día no son factibles. Aún son necesarios muchos avances tecnológicos antes de que podamos construir una sonda interestelar propulsada por láser o por fusión nuclear. En cualquier caso, hay otros obstáculos aparte de los tecnológicos. ¿Qué gobierno o empresa estaría dispuesto a financiar un proyecto que no produciría resultados hasta cincuenta años más tarde? ¿Quién querría trabajar en él, sabiendo que iba a morir antes de ver esos resultados? Y el mayor obstáculo, en mi opinión: ¿Quién nos garantiza que, tras los años o décadas de diseño y construcción de la sonda, y la enorme inversión necesaria, y antes de que ésta llegue a su destino, no se va a hacer un descubrimiento que nos permita viajar a las estrellas a mayor velocidad, y llegar a Alfa Centauri antes incluso que esa primera sonda? Así que me temo que, por ahora, no los verán nuestros ojos.

Pero eso no arredra a los científicos, que ya han calculado cómo se vería el cielo desde ese planeta. Alfa Centauri Bb orbita a sólo 0,04 unidades astronómicas de su estrella (una unidad astronómica es la distancia que separa a la Tierra del Sol), o sea, unos seis millones de kilómetros. Encontrándose tan cerca, lo más probable es que muestre siempre la misma cara a su estrella, como le ocurre a la Luna con la Tierra. Si la inclinación de su eje es pequeña y su atmósfera transparente, un observador situado en la cara iluminada del planeta vería que su estrella, Alfa Centauri B, permanece fija en el cielo, si la órbita del planeta es circular, o describe un movimiento de vaivén, de este a oeste, con un periodo de 77 horas y 39,4 minutos, lo que dura el año en Alfa Centauri Bb, si la órbita es elíptica. Comparada con el Sol visto desde la Tierra, Alfa Centauri B se ve desde su planeta veintitrés veces más grande; ocupa algo más de once grados en el cielo, frente al medio grado que ocupa el Sol. Y su luminosidad es trescientas veces mayor. No es de extrañar que haga tanto calor allí, a pesar de que la temperatura de Alfa Centauri Bb es inferior a la del Sol en unos cientos de grados; esto último hace que su tonalidad sea más anaranjada que la de nuestra estrella.

Desde la cara opuesta del planeta, por el contrario, la estrella Alfa Centauri B nunca sería visible. Allí, la estrella más brillante sería Alfa Centauri A, con mucha diferencia. Tanto, que no se vería como un punto, sino como un pequeño disco. Además, se movería con respecto al fondo de las estrellas fijas, como ocurre en la Tierra con los demás planetas. Su diámetro aparente variaría entre un tercio y un décimo del diámetro del Sol visto desde la Tierra, y su luminosidad entre 70 y 850 veces menos que la del Sol, o lo que es lo mismo, entre 5700 y 470 más que la de la Luna llena. Más o menos como el Sol visto desde la región de los planetas gigantes de nuestro Sistema Solar. En cuanto a Próxima Centauri, sólo sería una más entre las miles de estrellas visibles en ese cielo extraterrestre. Dada la proximidad de ese sistema estelar a nuestro planeta, las constelaciones visibles en su cielo serían prácticamente las mismas que en el nuestro, con dos excepciones: la constelación del Centauro carecería de su estrella más brillante, y habría una estrella más en la de Casiopea, que sería además una de las más brillantes del cielo: nuestro Sol.

1 comentario:

  1. Es un gran descubrimiento pero una pena que no pueda albergar vida.

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