lunes, 14 de marzo de 2011

Ni besos ni en el sur de África

Ayer domingo publicó el diario El País un reportaje titulado "Adán y Eva se entendían a besos" que se hacía eco del artículo "Hunter-gatherer genomic diversity suggests a southern African origin for modern humans", un estudio genético publicado el pasado 7 de marzo en la revista PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America).

Como precisamente estos días estoy haciendo un curso de Técnicas de reportaje y edición (una de las pocas ventajas que tiene estar en el paro), tengo que empezar diciendo que el titular y la entradilla ("La humanidad moderna surgió en el sur de África de una población de bosquimanos - El primer lenguaje fue el khoisán, donde las consonantes suenan como chasquidos y besos") son periodísticamente impecables: frases cortas, impactantes, y que pican la curiosidad. Impecables, pero rigurosamente inexactos.

De todas formas, no se puede cargar toda la culpa sobre el autor del reportaje, puesto que el artículo original incurre, aunque más levemente, en muchos de los errores e inexactitudes del reportaje. En primer lugar, el estudio genético no demuestra que la humanidad moderna surgiera en el sur de África de una población de bosquimanos. Primero, porque, como reconoce el propio estudio, "el muestreo en África sigue siendo escaso y disperso; el tamaño de nuestra muestra de bosquimanos cuenta con sólo 47 individuos, y podrían descubrirse otras poblaciones muy variables". Lo que demuestra el estudio es que, entre los marcadores genéticos estudiados en unos cuantos individuos de unas cuantas poblaciones actuales de África, la mayor diversidad genética corresponde a los bosquimanos del suroeste de África. Podemos deducir de esto que esos grupos bosquimanos son los grupos humanos más antiguos, ya que la diversidad genética de un grupo crece con el tiempo, pero nada nos asegura que exista otro grupo más diverso que aún no haya sido estudiado. Además, dado que los bosquimanos han sido diezmados y relegados a lo largo de la historia por otros pueblos africanos y europeos a regiones inhóspitas como el desierto del Kalahari y los pantanos del Okavango, es más que probable que en tiempos antiguos vivieran en otras regiones y que muchos otros grupos, entre los que podría haber algunos con mayor diversidad genética, fueran exterminados. Sería como decir que los équidos actuales (el género Equus, constituido por los caballos, cebras y asnos) se originaron en África, porque es allí donde actualmente hay más especies. Pues no, los fósiles nos dicen que el género Equus apareció en América, aunque luego se extinguió allí. Lo más que podemos decir en el caso del estudio genético que nos ocupa es que los bosquimanos del suroeste de África son el grupo humano actual más cercano al grupo que dió origen a la humanidad moderna (y no "los herederos en línea directa de nuestros primeros padres"; líneas igual de directas conducen a los apaches, a los chinos y a los húngaros, pongo por caso).

El reportaje también afirma (aunque el estudio lo evita cuidadosamente por las razones que veremos a continuación) que "toda la humanidad actual proviene del sur de África -y no de Etiopía, como se pensaba-". Pero resulta que en el estudio no se ha incluido ni una sola población de esa región. ¡Ah, que no existe ningún grupo de cazadores-recolectores en Etiopía? ¿Será que nunca los ha habido, o que han sido exterminados? El reportaje también reproduce un mapa del estudio que es una auténtica joya de ciencia creativa: es un mapa de África que muestra la distribución de la variabilidad genética en el continente con un degradado de colores que cubre todo el mapa. Pero el mapa muestra también la situación geográfica de las poblaciones muestreadas, sólo 27, que se concentran en el suroeste de África, el este (Kenia, Tanzania y el Congo), el centro-este (Nigeria, Chad, Camerún...), el este (Guinea) y el norte (desde el Sahara Occidental hasta Egipto). El estudio no incluye ninguna población de Etiopía. Me encanta sobre todo la gradación de colores, del verde al amarillo, que cubre el desierto del Sahara sin un solo dato experimental que lo apoye. Ciencia creativa.

Y luego están los besos. Ya en la entradilla se descubre que no se trata realmente de besos, sino de una consonante que suena como un beso, lo que los lingüistas llaman chasquido bilabial. Algo bastante menos romántico. Esos chasquidos son característicos de las lenguas llamadas joisanas (y de algunas otras), habladas por varios grupos de cazadores-recolectores del sur y este de África, entre los que se cuentan los bosquimanos. Lenguas joisanas, no khoisán. Pero la evolución y la herencia de las lenguas es mucho más compleja que la de los propios genes. Para empezar, los lingüistas ni siquiera se han puesto de acuerdo en si las lenguas joisanas constituyen una familia o tienen orígenes diversos, y muchos dudan de que los chasquidos, dada su complejidad, estuvieran presentes en el lenguaje primigenio de la humanidad (si es que existió tal cosa). Por otra parte, es de sobra conocido que la influencia política y cultural puede hacer que unas poblaciones adopten la lengua de otra, como ocurrió en España durante la dominación romana. ¿Quién sabe lo que hablaban los antepasados de los bosquimanos hace 60.000 años?

En fin, que mucho ruido y pocas nueces.

1 comentario:

  1. Sr. Neutrino:

    Conocida es la máxima del periodismo: No dejes que la verdad te arruine una buena noticia.

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