miércoles, 16 de diciembre de 2009

El poderoso influjo de la Luna


Las mareas no son un fenómeno exclusivo de los océanos. También afectan a la tierra firme. Aunque en menor medida que el agua de los océanos, la corteza terrestre se mueve debido a la atracción gravitatoria de la Luna y el Sol.

Las oscilaciones provocadas por las mareas en la tierra firme pueden alcanzar hasta 55 centímetros en el Ecuador. En la vida diaria, es un fenómeno imperceptible, sobre todo porque, a diferencia de lo que ocurre con las mareas del océano, no tenemos un punto de referencia con respecto al que medirlo. Pero el efecto es importante; se ha comprobado que las mareas terrestres afectan a la velocidad de rotación de la Tierra y a su campo magnético, y recientemente se ha descubierto que se producen más terremotos con marea terrestre alta que con marea baja.

Los movimientos de las mareas terrestres son lo suficientemente grandes para ser detectados por los GPS; la calibración de estos aparatos tiene que tener en cuenta ese efecto. También afecta a los grandes aceleradores de partículas; por ejemplo, la deformación causada por las mareas terrestres en el acelerador LEP del CERN, un anillo subterráneo de 27 kilómetros de diámetro, provocaba una variación en la energía de los electrones acelerados de 220 partes por millón, que debía ser tenida en cuenta para que los resultados tuvieran la precisión requerida.

Otro campo en el que es importante el efecto de las mareas terrestres es la interferometría de muy larga base, que consiste en la observación simultánea de un objeto celeste con un gran número de radiotelescopios situados en distintos lugares del mundo. La interferometría de muy larga base permite conseguir una resolución equivalente a la que se obtendría con un radiotelescopio gigantesco, cuyo tamaño sería igual a la distancia máxima entre los observatorios participantes. Pero para ello es necesario conocer con gran precisión la posición de cada uno de ellos, y esa posición se ve afectada por las mareas.

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