lunes, 2 de marzo de 2009

Lost in Translation

Como muy bien decía mi amigo Alfonso en el benevolente retrato que me hizo en su blog, "Germán se indigna ante una mala utilización de un imperativo o un pretérito imperfecto, sobre todo si está publicado, lo cual no es moco de pavo." Pues así es, en efecto; ahora mismo estoy indignado con la traducción española del libro Gödel, Escher, Bach; un Eterno y Grácil Bucle, del científico y filósofo estadounidense Douglas R. Hofstadter.

El libro es, en palabras del autor, "una tentativa muy personal de decir cómo es que los seres animados pueden salir de la materia inanimada. ¿Qué es un "uno mismo", y cómo puede un "uno mismo" salir de cosas tan faltas de ser como una piedra o un charco?". Mucho me temo que esa tentativa está impepinablemente condenada al fracaso, pero de momento -voy sólo por la mitad del libro- me reservo la crítica del contenido.

El libro está estructurado en una alternancia de capítulos "sesudos" y diálogos surrealistas inspirados en los personajes de la narración de Lewis Carroll Lo que la tortuga le dijo a Aquiles. Comienza con un prólogo sobre la historia y la dificultad de la traducción española, redactado por el propio autor, en el que se explica que en la primera traducción, hecha en México, se habían perdido muchos retruécanos y dobles sentidos, y que para la edición revisada se había empleado una nueva traducción de los diálogos, realizada por dos profesores de universidad chilenos, que según el autor captaba mucho mejor el espíritu del original. ¡El espíritu! ¡Si es una traducción literal, palabra por palabra, del inglés! Si no es recochineo, tengo que pensar que el autor sabe bastante menos de español que de matemáticas y filosofía.

Al principio traté de convencerme de que sólo se trataba de localismos chilenos: el continuo uso de la coletilla "usted sabe", la tediosa e innecesaria repetición de "él", "ella" como sujeto explícito al principio de cada frase (que hubiera provocado las iras de don Arturo, mi profesor de inglés en BUP), el reiterado uso de "quien/quienes" como traducción del "who" relativo (¿se imaginan que The Man Who Shot Liberty Valance se hubiera traducido en El hombre quien mató a Liberty Valance?), etc.; pero la gota que ha colmado el vaso ha sido la expresión "lo que es lejos más impresionante", un calco del inglés "what is far more impressive", que significa en realidad "lo que es mucho más impresionante". Si algún lector chileno me dice que en Chile se habla realmente así, voy a empezar a creer que no hablamos el mismo idioma.

Por lo demás, el libro por ahora es estupendo, y entremezcla con fluidez asuntos tan dispares como los sistemas formales, la música de Bach, las paradojas, el teorema de Gödel, la recursividad, los grabados de Escher, las propiedades emergentes... Pero es un libro difícil. Y en un libro que se mueve continuamente en el límite de la comprensión humana (sobre si se sitúa del lado de acá o del lado de allá de ese límite puede haber división de opiniones), esas deficiencias en la traducción pueden llevar al lector a sospechar que el traductor no comprendía el texto que estaba traduciendo. En ese sentido, también es lamentable que, después de 30 años y una decena de ediciones, el libro siga conteniendo erratas, algunas incluso en puntos críticos de demostraciones matemáticas. Pero a pesar de todo, es un libro altamente recomendable; con el paso del tiempo -el original data de 1979- se ha convertido en un clásico.

Una última advertencia: el libro, con casi 900 páginas, pesa alrededor de kilo y medio. No es recomendable irse a la cama con él; yo lo hice, y al día siguiente casi tuve que recurrir a Raquel, mi fisioterapeuta de cabecera.

2 comentarios:

  1. Sobre lo demás no oso opinar, pero sí es cierto que hay un mayor uso de "quien" como relativo en el castellano chileno. O al menos así me ha dado al oído cuando allí he estado, o cuando me visita mi familia chilena...

    íñigo (sí, el de fundamental...)

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  2. Hablando de traducciones, el otro día oí a un profesor de Filosfía del Derecho argentino (¡toma ya!) contar la historia de la traducción de un clásico del ramo (creo que Hart, pero no me haga usted mucho caso), que utilizaba ejemplos del criquet para ilustrar sus argumentos. En una versión en castellano, parecía obvio, había que encontrar un referente deportivo con algo más de predicamento: el fútbol, efectivamente. Pero resulta que el traductor no tenía ni idea (debía de ser el único argentino no aficionado). Así que recurrió a un árbitro retirado (y al parecer con un pasado no precisamente ejemplar). El resultado, según la opinión del profesor, fue bastante bueno: empate en el partido de ida; ya veremos cómo queda la vuelta.

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