En 1802, un niño llamado Plinius Moody encontró rastros de grandes huellas de animales impresas en la roca en el valle del río Connecticut, en Massachusetts. Eran las huellas de un enorme animal bípedo con tres dedos en cada pie. Como por entonces nadie había oído hablar de dinosaurios, la palabra ni siquiera se había inventado, estos rastros se interpretaron popularmente como huellas de aves, y así las identificó también mucho más tarde, en 1845, Edward Hitchcock, profesor de geología del Amherst College...
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lunes, 24 de marzo de 2014
Nuevo podcast: La guerra de los huesos
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