miércoles, 13 de octubre de 2010

Huelga de hormigas

(Publicado originalmente en Madrid Sindical)

En la naturaleza es bastante frecuente el establecimiento de relaciones entre organismos de diferentes especies; es lo que se llama simbiosis. Estas relaciones siempre son beneficiosas para una de las especies involucradas pero, al igual que en nuestra sociedad, pueden ser beneficiosas, neutras o perjudiciales para la otra. En el primer caso reciben el nombre de mutualismo, en el segundo se llaman comensalismo y en el último se califican de parasitismo.
Una interesante relación de mutualismo es la que han establecido las hormigas de la especie Crematogaster mimosae con las acacias espinosas Acacia drepanolobium en las que viven. Estas acacias son árboles de hasta seis metros de altura, cubiertos de largas espinas con la base bulbosa y hueca, abundantes en las sabanas arboladas de las tierras altas del África Oriental.
Las hormigas protegen a la acacia de dos maneras: devoran las larvas de los insectos parásitos de la madera y mantienen alejados a los grandes herbívoros, como jirafas y elefantes, picando en la cara a los que se atreven a acercarse para alimentarse de las hojas del árbol. A cambio, la acacia proporciona a las hormigas alimento, en forma de néctar azucarado que segregan unas glándulas especiales situadas en la base de las hojas, y alojamiento en sus espinas huecas, donde las hormigas construyen sus hormigueros. Un árbol sano tiene centenares de espinas y puede albergar hasta cien mil hormigas.
¿Pero qué pasa cuando no hay herbívoros que traten de comerse las hojas de la acacia? Según la acacia, llega el momento de apretarse el cinturón (el de las hormigas, claro). Como cree que ya no las necesita, la acacia decide que las hormigas están demasiado bien pagadas, y disminuye la producción de espinas y de néctar. Las hormigas, por su parte, se ponen en huelga. Dos tercios se marchan. Las que se quedan, dejan de comerse a los parásitos y, peor aún, se dedican a criar cochinillas, que se alimentan de la savia de la acacia. Con la huida de las hormigas y la proliferación de los parásitos, la acacia es invadida por otras especies de hormiga menos colaboradoras: Crematogaster sjostedti, que construye su hormiguero en las galerías excavadas en la madera por los parásitos, Crematogaster nigriceps, que ocupa las espinas huecas que han quedado libres por la huida de las Crematogaster mimosae, y Tetraponera penzigi, que aprovecha la confusión para comerse las glándulas productoras de néctar y así empeorar las condiciones de vida de sus competidoras. Las Crematogaster nigriceps, como las mimosae, se alimentan de las larvas de los parásitos, pero además devoran los brotes horizontales de la acacia; así, los árboles quedan aislados unos de otros y las hormigas ya no pueden desplazarse entre ellos. Las últimas Crematogaster mimosae se marchan y se desata la guerra entre las especies restantes. Las Crematogaster sjostedti, más belicosas, suelen ser las vencedoras, y las acacias, desprotegidas contra los herbívoros y los parásitos, mueren.
Son los imprevisibles resultados que sobrevienen cuando se altera el delicado equilibrio ecológico.

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2 comentarios:

  1. Sr. Neutrino:

    Esta vez ha ido demasiado lejos en sus invenciones. Este post colóquelo en su blog Germán Fernández escritor, que tendrá mayor credbilidad. ¡A otro perro con ese hueso!

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