Hoy se cumplen 125 años del nacimiento del paleoantropólogo canadiense Davidson Black, "padre" del hombre de Pekín.
Davidson Black nació en Toronto (Canadá) el 25 de julio de 1884. Durante su infancia pasó muchos veranos en la región de los lagos de Kawartha, en el centro de Ontario, donde se convirtió en un canoista experimentado y trabajó transportando suministros para la Compañía de la Bahía de Hudson. Allí se relacionó con los aborígenes canadienses y aprendió su lengua, recolectó fósiles y buscó oro (sin éxito).
En 1906, Black se licenció en medicina en la Universidad de Toronto, y continuó estudiando anatomía comparada; en 1909 se convirtió en profesor de anatomía. En 1914 pasó medio año sabático en la Universidad de Manchester (Inglaterra), trabajando con el anatomista australiano Grafton Elliot Smith, que entonces estudiaba los restos del "hombre de Piltdown"; esto despertó su interés por la evolución humana. (Años después, se descubrió que el "hombre de Piltdown" era un fraude.)
Entre 1917 y 1919, Black sirvió en el cuerpo médico del ejército canadiense. Al licenciarse aceptó un puesto de catedrático de neurología y embriología en el Peking Union Medical College en China, encantado de tener la posibilidad de buscar fósiles de humanos ancestrales; en la época se pensaba que el hombre se había originado en Asia. En 1924 fue nombrado director del departamento de anatomía.
En 1926, el paleontólogo sueco Johan Gunnar Andersson le envió dos molares que había encontrado en las cuevas de Zhoukoudian (antes llamado Chou K'ou Tien, que es también como se pronuncia, más o menos, en español; el apóstrofo indica que la K es aspirada), cerca de Pekín, y que había identificado como pertenecientes al género Homo. El año siguiente, a pesar de la inestable situación política, que hizo que muchos occidentales abandonaran China, Black dirigió una excavación a gran escala del lugar con científicos occidentales y chinos, y el apoyo económico de la Fundación Rockefeller. Ese mismo año, a sólo tres días del final de la campaña, se encontró un nuevo diente, perteneciente a un niño de 8 años, que Black bautizó con el nombre de Sinanthropus pekinensis. Muchos científicos se mostraron escépticos ante la pretensión de Black de definir un nuevo género con tan escaso material.
En 1928 se encontró media mandíbula inferior con tres dientes, y en 1929, por fin, un cráneo. Estos hallazgos confirmaron que el hombre de Pekín era un homínido pre-humano, y Black consiguió nuevos fondos de la Fundación Rockefeller, con los que pudo fundar el Laboratorio de Investigación del Cenozoico para continuar las excavaciones. En 1932, Black fue elegido miembro de la Royal Society de Londres. También llegó a ser director del Instituto Geológico de China.
Davidson Black murió el 15 de marzo de 1934 de un paro cardíaco provocado por una malformación cardíaca congénita, agravada por el exceso de trabajo. A diferencia de la mayoría de los occidentales de su época, Black opinaba que los fósiles descubiertos en China debían quedarse en China; siempre trató a sus colegas chinos como iguales, y supo ganarse su respeto. Durante muchos años, en el aniversario de su muerte, todo el personal del Laboratorio de Investigación del Cenozoico y del departamento de anatomía del Peking Union Medical College acudía al cementerio a depositar flores en su tumba.
Los restos del hombre de Pekín eran muy similares (y digo "eran" porque se perdieron durante la invasión japonesa de China en la Segunda Guerra Mundial) a los del hombre de Java (Pithecanthropus erectus) descubiertos por el antropólogo neerlandés Eugène Dubois. Tan similares que, de hecho, hoy en día se acepta que pertenecen a la misma especie. Además, la especie se han asignado al género Homo, y como el descubrimiento de Dubois fue anterior al de Black, su nombre oficial es ahora Homo erectus.
El gigantesco primate Gigantopithecus blacki, que vivió en el sur de China hasta hace sólo cien mil años, fue bautizado en honor de Davidson Black.
Hace 100 años, el francés Louis Blériot realizó la primera travesía del Canal de la Mancha en avión, en poco más de media hora. Cincuenta años más tarde, fue el turno del aerodeslizador SR-N1, que invirtió en el trayecto algo más de dos horas.