lunes, 29 de abril de 2013

Zoo de fósiles: El mamífero grande se come al dinosaurio chico

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Hace 125 millones de años, a principios del Cretácico, los dinosaurios dominaban el mundo, como habían venido haciendo desde el Triásico, y como continuarían haciendo aún durante otros sesenta millones de años. Hasta hace poco creíamos que ese dominio había sido completo; que, durante todo ese tiempo, los mamíferos habían sido unos pequeños animalillos insectívoros y nocturnos que vivían atemorizados por los grandes reptiles. Pero esa idea cambió hace unos años, cuando un equipo de paleontólogos chinos y estadounidenses descubrió en los ricos yacimientos chinos de Yixian los restos fósiles de un mamífero que acababa de comerse a un dinosaurio.

lunes, 22 de abril de 2013

El matemático que nunca existió, el Sputnik y la teoría de conjuntos

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(Contribución de El neutrino a la edición 4.123 del Carnaval de Matemáticas, organizada por Eulerianos)

(Ampliación del artículo publicado originalmente en Madrid Sindical)

Un diagrama de conjuntos
(Cepheus, 2006)
En 1939, un matemático desconocido, de apellido Bourbaki, comenzó la publicación de un ambicioso tratado, titulado Elementos de matemática, con la pretensión de compendiar la totalidad de las matemáticas como una materia unitaria, de manera que las relaciones entre las distintas ramas de la disciplina quedaran claramente visibles. Por eso el título del tratado se refiere a la matemática, en singular. Ese año se publicó parte del primer volumen, el Fascículo de resultados de la Teoría de conjuntos. En 1998, Bourbaki publicó Profundidad, regularidad, dualidad, último capítulo del volumen dedicado al Álgebra conmutativa y última sección publicada hasta la fecha.

martes, 9 de abril de 2013

Stern y Gerlach - El experimento que cambió el curso de la física

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En las primeras décadas del siglo XX, la física cuántica no pasaba de ser un conjunto de recetas y de modelos fenomenológicos cuya coherencia y significado profundo escapaban a los científicos. Así, el modelo atómico de Bohr, en el que los electrones giraban alrededor del núcleo en órbitas específicas, no era más que eso, un modelo en el que había que imponer tres postulados aparentemente arbitrarios, y que desafiaban las leyes de la física conocidas por entonces, para obtener resultados acordes con los datos experimentales y para explicar la estabilidad de la materia y los espectros de emisión y absorción de los átomos. El primero de esos postulados, por ejemplo, afirma que los electrones describen órbitas circulares en torno del núcleo atómico sin perder energía, aunque según la electrodinámica clásica, una partícula con carga eléctrica como el electrón en un movimiento circular debe emitir energía. Tan extraños y absurdos parecían los planteamientos de la física cuántica que uno de los protagonistas de nuestra historia, Otto Stern, y su colega Max von Laue juraron abandonar la física si los disparates de Bohr resultaban ser correctos. Suerte que no cumplieron su promesa; en 1914, Max von Laue ganó el Premio Nobel de Física por el descubrimiento de la difracción de rayos X en cristales, y Stern estaba llamado a realizar uno de los experimentos más importantes de la física del siglo XX.

lunes, 1 de abril de 2013

El último cetotérido

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(Publicado originalmente en Madrid Sindical)

(Este post participa en el Carnaval de Biología edición especial micro-BioCarnaval, que hospeda @Raven_neo en su blog Micro Gaia)

A falta de revivir los seres vivos extintos, cosa de la que aún no somos capaces, aunque algunos científicos están en ello, los paleontólogos R. Ewan Fordyce y Felix G. Marx, de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, ha conseguido algo que se le parece mucho. Gracias a sus recientes investigaciones sabemos que los cetotéridos, un grupo de cetáceos que se consideraba desaparecido desde el periodo Plioceno Superior, hace casi tres millones de años, no están tan extinguidos como se creía.