"Es cosa muy grata el escuchar las conferencias de divulgación; pero [...] son superficiales y engañosas, puesto que es preciso graduarlas para la comprensión de un auditorio ignorante. Las conferencias de divulgación son, por naturaleza, propias de parásitos. Explotan, en busca de fama o de dinero, la obra realizada por otros hermanos indigentes o desconocidos. El más pequeño nuevo hecho conseguido en el laboratorio, un ladrillo aportado al templo de la ciencia, tienen un peso infinitamente mayor que cualquier exposición de segunda mano con que pasamos una hora de ocio, pero que jamás deja tras de sí resultados positivos. Al hacer estas consideraciones evidentes, no me mueve deseo alguno de hacer de menos [al divulgador], sino para que ustedes no pierdan el sentido de la proporción y confundan al acólito con el gran pontífice."
Profesor George Edward Challenger, en El mundo perdido, de Arthur Conan Doyle.
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