Una de las características más distintivas de los mamíferos es el pelo. Todos los mamíferos actuales tienen el cuerpo más o menos cubierto de pelo, al menos en estado embrionario, así que podemos suponer que sus ancestros también lo tenían. De hecho, los fósiles más antiguos en los que se han conservado restos de pelaje, descubiertos en China en 2004, datan de finales del Jurásico, hace unos 154 millones de años, y corresponden a un pequeño animal acuático llamado Castorocauda lutrasimilis. Castorocauda lutrasimilis no se considera un mamífero, aunque forma parte de un grupo muy próximo, el de los doconodontos. Esto sugiere que el pelo era una característica extendida no sólo entre los mamíferos, sino también entre sus parientes más próximos.
Ahora, un nuevo descubrimiento ha permitido estudiar la estructura interna de esos pelos primitivos. Un grupo de paleontólogos del Laboratorio de Geociencias de Rennes ha encontrado, en un yacimiento de ámbar del oeste de Francia, pelos de mamífero de 100 millones de años de antigüedad con su estructura tridimensional perfectamente conservada. Y estos pelos tan antiguos son idénticos a los de los mamíferos actuales. Lo que no se puede precisar con exactitud es a qué tipo de mamífero pertenecían los pelos. Sólo se sabe que era un animal del tamaño de un ratón que vivía en un bosque de árboles resinosos de clima subtropical.
Más recientemente, hace unos trece mil años, coincidiendo con la llegada de los primeros cazadores humanos a América, muchos de los grandes animales que poblaban este continente (mamuts, perezosos gigantes, tigres de dientes de sable...) se extinguieron. Esta extinción coincidió también con el periodo frío llamado Dryas Reciente. Al mismo tiempo, los niveles de metano en la atmósfera descendieron de 0,7 a 0,5 partes por millón. Según la bióloga estadounidense Felisa A. Smith, este descenso de la concentración de metano atmosférico, que pudo ser una de las causas desencadenantes del enfriamiento, estuvo provocado por la desaparición de esos grandes animales, que emitían anualmente casi 10 millones de toneladas de metano a la atmósfera. Así, si, como afirman algunos científicos, fueron los humanos los que llevaron a la extinción a todas aquellas especies, nos encontraríamos ante la primera alteración global del clima provocada por el ser humano.
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