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(Publicado originalmente en Madrid Sindical)
Afortunadamente, las carreras científicas ya no son coto exclusivo de los varones. Lejos quedan los tiempos de Elsa Neumann, la primera mujer que obtuvo un doctorado en Europa, en 1899. Para estudiar en la Universidad, Elsa Neumann, nacida en Berlín en 1872, tuvo que conseguir un permiso especial de cada uno de los profesores a cuyas clases deseaba asistir.
Hoy en día, según datos de la UE, las mujeres reciben el 45% de los títulos de doctorado en Europa. Sin embargo, aunque el acceso a la educación ya sea igualitario, las mujeres siguen encontrando trabas para el desarrollo de una carrera científica: sólo representan el 30% de los investigadores, y dirigen el 16% de los proyectos de investigación. Se pueden apuntar dos causas para esta situación, ambas relacionadas con una imagen de la mujer que aún perdura en nuestra sociedad.
En primer lugar, mientras que a un hombre se le valora principalmente por sus cualidades intelectuales y de carácter, en la valoración de la mujer se siguen anteponiendo los aspectos puramente estéticos. Así pasó con la actriz austriaca Hedy Lamarr. Hedy Lamarr, nacida Hedwig Kiesler en 1913, fue una niña superdotada; empezó a estudiar ingeniería con sólo 16 años. Durante la Segunda Guerra Mundial, en los Estados Unidos, trabajó en el desarrollo de tecnologías militares; en 1942 patentó un sistema de comunicaciones para el guiado de misiles que no podía ser interceptado por el enemigo. Para ello desarrolló el concepto de espectro ensanchado, la transmisión de una señal en un rango amplio de frecuencia, variando ésta según un código sólo conocido por el emisor y el receptor. Es la técnica que se emplea actualmente en la telefonía móvil, en las redes Wi-Fi, en el Bluetooth... Y, sin embargo, hoy sólo se recuerda a Hedy Lamarr por su carrera cinematográfica, y principalmente por ser la primera mujer que apareció desnuda en una película comercial (Éxtasis,
1933).
El segundo obstáculo que se presenta a la mujer a la hora de emprender una carrera científica es la dificultad para compatibilizar la dedicación profesional con la vida familiar. Esta incompatibilidad, que no se da en el caso de los hombres, se explica sólo en parte por motivos biológicos evidentes e inevitables; tiene también un componente social; todavía hoy se acepta más la supeditación de la mujer al desarrollo profesional del varón que el caso inverso. Es lo que le ocurrió a Mileva Marić, primera esposa de Albert Einstein. Mileva Marić, nacida en Serbia en 1875, era una estudiante brillante. Estudió Física y Matemáticas en Zúrich y Heidelberg. En el Instituto Politécnico de Zúrich conoció a Einstein, de quien en 1901 quedó embarazada. Fue el fin de su carrera. Claro que también hay casos en los que la esposa acabó siendo más célebre que el marido, como Marie Curie. Sin embargo, hay que recordar que Marie Curie no formaba parte de la candidatura al Premio Nobel de Física de 1903, y sólo fue incluida debido a la insistencia del propio Pierre Curie; y que si Marie Curie se convirtió en la primera mujer profesora en la Sorbona, fue porque heredó el puesto de su marido. Cabe preguntarse cómo se habría escrito la historia si Pierre Curie no hubiese muerto prematuramente, atropellado por un coche de caballos...
Las cosas han cambiado desde entonces, no cabe duda, pero aún queda camino por recorrer.
Aquí hay una recopilación de escenas de las películas de Hedy Lamarr.
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