Escucha el podcast |
Desmarestia aculeata (Algario de los hermanos Crouan, Universidad de Borgoña, 1852) |
Si un día te encuentras perdido en una costa inhóspita, y estás hambriento, puedes recurrir a las algas. Es verdad que existen algas tóxicas microscópicas, pero no se conoce ninguna especie venenosa entre las algas pluricelulares, esas que podemos ver y coger con las manos. Las algas son muy nutritivas y ricas en minerales. Pero ¡ojo!, si es de color pardo o amarillento y sabe a limón, es mejor que la escupas. Seguramente se trate de un alga parda del género Desmarestia. En puridad no se trata de una planta: Las algas pardas no son vegetales; a pesar de que cuentan entre ellas con especies tan enormes como los sargazos, están más emparentadas con organismos unicelulares como las diatomeas, los dinoflagelados, las amebas, los foraminíferos y los radiolarios, que con las verdaderas plantas.
El género Desmarestia de algas pardas fue descrito por el naturalista francés Jean Vincent Félix Lamouroux en 1813, y recibió ese nombre en honor del zoólogo Anselme Gaëtan Desmarest, también francés. Estas algas se encuentran en las zonas costeras, en las aguas intermareales poco profundas, y se distribuyen por todo el mundo, salvo en las regiones tropicales, ya que necesitan aguas frías para la producción de los gametos. En las costas antárticas son las algas dominantes.
Las Desmarestia, de color pardo o amarillento, llegan a medir varios metros de longitud. Pueden ser cilíndricas o aplanadas, estrechas o ramificadas. Los gametos son microscópicos, y se producen en esporangios de forma globosa o alargada. Los gametos masculinos son espermatozoides móviles, que se ven atraídos hacia los oocitos femeninos por una hormona sexual, el desmaresteno, que segregan estos cuando están maduros.
Desmarestia ligulata (Album de plantes marines naturelles, Biblioteca Municipal de Brest, circa 1900) |
En el género Desmarestia hay especies perennes y especies anuales. Las anuales, como indica su nombre, mueren todos los años para dar paso a la nueva generación. En las vacuolas de sus células se acumula ácido sulfúrico, con un pH menor de 1, tan ácido como el líquido de la batería de un coche. Se trata de una defensa química contra los depredadores, como crustáceos y erizos de mar. Los que las han probado dicen que su sabor es agrio, y recuerda al limón. Pero es mejor escupirlas: No parece una buena idea dejar que el ácido sulfúrico recorra nuestro tubo digestivo. Además, huelen muy mal cuando se sacan del agua.
En las charcas litorales del Atlántico y Cantábrico de España se pueden encontrar dos de estas especies, Desmarestia aculeata y Desmarestia ligulata. Ambas pueden llegar a los dos metros de longitud; son aplanadas, de color pardo amarillento, ramificadas en un plano. Desmarestia aculeata sólo está presente en Galicia y Asturias, mientras que Desmarestia ligulata, que es más ancha, con "hojas" en forma de cinta, se extiende desde Galicia hasta Cantabria. Cuando estas algas mueren, el agua las arrastra. Si las olas las arrojan a la orilla del mar y quedan expuestas al aire, se secan, liberan el ácido y se destruyen. Esto es un problema para los botánicos, ya que hace que resulte muy difícil conservar estas algas en herbarios.
La autodestrucción de estas algas tiene además un efecto más duradero: si el alga se ha secado sobre una roca, el ácido corroe su superficie, destruye cualquier resto orgánico adherido a ella y produce una huella con la forma ramificada del alga. Al subir la marea, el agua arrastra los restos del alga y sólo quedará su silueta, que un ojo inexperto puede confundir con una impresión fósil de millones de años de antigüedad. Pero quizá se haya formado sólo unas pocas horas o días antes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario