viernes, 24 de junio de 2011

El despoblamiento de las colmenas

Abejas en una colmena (Klaus Gebhart)
(Publicado originalmente en Madrid Sindical)

(Segunda contribución de El neutrino al Quinto Carnaval de la Biología, organizado por Feelsynapsis.)

Desde hace unos años, algo está matando a las abejas. Sobre todo en Europa, pero también en Norteamérica y en Asia, cada vez más países y más colmenas se ven afectadas por el síndrome del despoblamiento de la colmena: la abrupta desaparición de obreras en una colmena; a veces, la población entera de obreras puede desaparecer en una sola noche. Aunque en el pasado ya se habían observado desapariciones de obreras, nunca hasta ahora el fenómeno había alcanzado la magnitud epidémica actual.



“Si las abejas llegaran a desaparecer, a la humanidad no le quedarían más que cuatro años de vida”. Esta frase atribuida a Einstein es seguramente apócrifa; apareció por primera vez en 1994, casi cuarenta años después de la muerte del científico, en un panfleto de la Unión Nacional de la Apicultura Francesa. Que la frase no sea realmente de Einstein no quita (ni añade) ni un ápice a su validez, sobre todo porque Albert Einstein no era ni entomólogo, ni ingeniero agrónomo. Quizá sea un poco exagerada, y la cifra de cuatro años posiblemente arbitraria, pero expresa la importancia que tienen las abejas en la economía humana; no sólo producen miel y cera, sino que se encargan de polinizar una gran variedad de cultivos: melón, calabacín, sandía, pepino, manzana, pera, albaricoque, cereza, ciruela, melocotón, limón, almendra, soja, fresa… Aunque muchas de esas plantas pueden ser polinizadas por otros insectos a pequeña escala, sólo las colmenas de abejas son eficaces en las grandes explotaciones agrícolas. Según el Parlamento Europeo, el 84% de las especies cultivadas en Europa son polinizadas por las abejas, y el 76% de la producción alimentaria depende indirectamente de ellas. En España, la labor polinizadora de las abejas se valora en 3000 millones de euros, frente a sólo 60 millones de la producción de miel.

Los estudios recientes indican que los enjambres que sufren el síndrome están infectados por el virus iridiscente de los invertebrados de tipo 6 (IIV-6) y por el hongo microscópico Nosema; este hongo es la principal causa de mortalidad de las abejas en España, y está presente en el 75% de nuestras colmenas. Sin embargo, no está claro si estas infecciones son la causa del síndrome, o son oportunistas que afectan a las colmenas debilitadas por otros factores. La Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria de los Alimentos ha enumerado cuarenta causas posibles para el síndrome: parásitos (bacterias, ácaros), virus, ciertas plantas genéticamente modificadas que producen su propio insecticida, pero también los insecticidas, fungicidas y herbicidas clásicos; y la contaminación electromagnética, sobre todo la de las antenas de telefonía móvil, que perturba las comunicaciones y la navegación de las abejas. También las prácticas apícolas modernas (la cría intensiva, la trashumancia de los enjambres, los intercambios de reinas, la selección de estirpes más productivas en detrimento de su resistencia o adaptación al medio, la alimentación de las abejas con un solo tipo de néctar o con azúcar o melaza de maíz…) debilitan a las abejas y favorecen la aparición y la difusión de enfermedades.

La preocupante realidad es que aún no se conocen las causas reales del síndrome, por lo que tampoco se sabe cómo luchar contra él.

2 comentarios:

  1. Al hablar de desaparición, ¿quieres decir que la colmena se queda vacía de obreras o llena de obreras muertas? ¿Lo de las antenas de telefonía móvil va en serio?

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  2. La colmena queda vacía de obreras. Y sí, según las fuentes que he consultado, lo de las antenas de telefonía móvil va en serio.

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