(Publicado originalmente en Madrid Sindical)
(Contribución de El neutrino al Tercer Carnaval de la Química, organizado por Experientia docet.)
El papel es uno de los materiales que han conformado nuestra civilización. Junto con la imprenta, el papel, que sustituyó al caro pergamino, permitió la aparición de libros a precios razonables. Inventado por los chinos en el siglo II de nuestra era, el papel se fabricaba en un principio a partir de los desechos de la seda, la paja de arroz, el cáñamo y el algodón. En el siglo X, los árabes lo introdujeron en Europa. Curiosamente, fue la popularización de la camisa en el siglo XIV la que facilitó la universalización del papel: La disponibilidad de gran cantidad de trapos viejos permitió el abaratamiento de su producción. En el siglo XIX, los avances en la industria química y en la mecanización supusieron una nueva reducción de los costes, al hacer posible la fabricación de papel a partir de pasta de celulosa obtenida de la madera.
Actualmente, la industria del papel consume varios miles de millones de árboles al año. El tremendo impacto medioambiental que esto genera ha llevado a los investigadores a buscar alternativas, pero aún no se ha dado con ninguna tan versátil y económica. Por un lado se han desarrollado papeles sintéticos a partir de plásticos, pero sus aplicaciones son limitadas; por otro, empiezan a aparecer soportes electrónicos de lectura que permiten el ahorro de grandes cantidades de papel, pero no está claro que los costes medioambientales de su fabricación y su consumo de energía compensen ese ahorro. Según la consultora medioambiental francesa Carbone 4, se necesitarían 15 años de uso de un libro electrónico para amortizar el impacto ecológico de su fabricación. Pero se trata de productos diseñados para ser desechados a los pocos años, reemplazados por otros más innovadores.
En un nuevo intento de sustituir el papel por un material más ecológico, a finales del año pasado se ha presentado en España el papel de piedra, un nuevo material fabricado con carbonato cálcico y una resina sintética no tóxica que sirve de ligante. (Aunque realmente no es tan nuevo, en Estados Unidos se comercializa desde 2004). El carbonato cálcico es una sustancia muy abundante en nuestro planeta, componente principal de las rocas calizas, las estalactitas y estalagmitas, los mármoles...; forma también las conchas y esqueletos de muchos animales y las cáscaras de huevo.
El papel de piedra tiene muchas ventajas sobre el papel tradicional: para su fabricación no hay que talar árboles ni se necesita agua, no se emiten gases y se consume la mitad de energía que en la producción de papel. Además, no tiene que ser blanqueado con cloro, es 100% reciclable, se degrada tras varios meses de exposición al sol y a la humedad y su incineración emite la mitad de dióxido de carbono. Por otra parte, es un material muy resistente al agua y a las grasas, y la impresión sobre él requiere menos tinta. Su única desventaja es su precio: es cuatro veces más caro que el papel normal. Por esta razón, y porque por ahora sólo se fabrica en gramajes relativamente elevados (a partir de 120 gr/m2), su principal uso es en embalajes de prestigio; por ejemplo, las bolsas de la tienda del Museo de Arte Moderno de Nueva York están hechas de este material. ¿Llegará a sustituir al papel tradicional? El tiempo lo dirá.
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