En 1892, el paleontólogo británico Joseph Frederick Whiteaves bautizó con el nombre de Anomalocaris canadiensis lo que parecía el abdomen y la cola de un crustáceo fosilizado procedente de uno de los yacimientos que forman el conjunto de los esquistos de Burgess, en Canadá, donde años más tarde se descubrió el onicóforo Aysheaia, del que ya hemos hablado aquí. Whiteaves eligió el nombre de Anomalocaris, que significa camarón anómalo, porque en los restos fósiles no había ningún rastro del tubo digestivo del animal, y porque los apéndices espinosos que correspondían a las patas no tenían articulaciones...
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