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sábado, 9 de mayo de 2009

El hombre de Flores es una especie diferente

Desde su descubrimiento en 2003, los huesos del hombre de Flores han estado rodeados de polémica. Los antropólogos están divididos entre los que opinan que se trata de una especie descendiente del Homo erectus que se extendió por Asia hace más de un millón de años y los que afirman que no es más que una población de Homo sapiens pigmeos.

Con un peso de veinticinco kilos (como un niño de ocho años) y sólo un metro de altura (la estatura de un niño de cuatro años), su cerebro de cuatrocientos centímetros cúbicos, un tercio del tamaño del cerebro de un humano moderno, parecía demasiado pequeño para ser explicado por el enanismo insular, fenómeno evolutivo común en especies animales que viven en islas, y se había atribuido a cretinismo o hipotiroidismo provocado por la mala alimentación. Sin embargo, un estudio realizado por Eleanor Weston y Adrian Lister, del Museo de Historia Natural de Londres, ha comparado los fósiles de varias especies extintas de hipopótamo enano de Madagascar con los de sus ancestros africanos y ha determinado que el enanismo insular redujo sus cerebros mucho más de lo que hasta ahora se había creído posible. Extrapolando estos resultados a los homínidos, la reducción del tamaño del cerebro del hombre de Flores se vuelve compatible con ese proceso evolutivo.

Por otro lado, el equipo de William Jungers, de la Universidad de Stony Brook (Nueva York), ha analizado el pie del hombre de Flores y ha descubierto una mezcla de características modernas, como la alineación del dedo gordo con el resto de los dedos y la capacidad de extender los dedos al cargar el peso del cuerpo en el pie, junto con otras muy primitivas: es un pie muy largo, en el que el dedo gordo es bastante pequeño, mientras que los otros dedos son largos y curvados. La estructura del pie es también primitiva, más parecida a la de un chimpancé que a la de un hombre moderno: es un pie plano, sin arco; el hombre de Flores podía andar, pero no era un buen corredor.

Los descubrimientos recientes sobre la evolución del pie humano han determinado que la estructura de nuestros pies apareció hace más de un millón y medio de años, probablemente en el Homo erectus. Así pues, si el Homo erectus ya tenía un pie moderno, el hombre de Flores debe ser descendiente de una especie más primitiva. Otros estudios recientes sobre el omóplato y la muñeca del hombre de Flores apoyan esta interpretación, y apuntan al Homo habilis como su posible antepasado, aunque nunca se han encontrado fósiles de Homo habilis fuera de África.



No tiene nada que ver, pero como los nibelungos también eran enanos...


Wagner debe de estar revolviéndose en su tumba.

viernes, 27 de febrero de 2009

Hombres que dejan huella

Un equipo de científicos de Gran Bretaña, Estados Unidos, Sudáfrica y Kenia ha desenterrado en el norte de este último país, cerca del lago Turkana, dos rastros de pisadas humanas de un millón y medio de años de antigüedad, que confirman que por aquel entonces nuestros antepasados ya tenían una forma de caminar eficiente, muy parecida a la nuestra.

Tanto los restos fósiles de pies de homínidos como sus huellas son muy escasos; de ahí la importancia del descubrimiento.

Los dos rastros de pisadas, atribuidas al Homo ergaster (el Homo erectus africano), muestran unos pies muy semejantes a los nuestros, con el primer dedo largo y paralelo a los demás y el talón, el arco y las cabezas de los metatarsianos muy marcados, a diferencia de las huellas más antiguas conocidas, las de Laetoli, atribuidas al Australopitecus afarensis, en las que la planta del pie es mucho más plana y el primer dedo se separa claramente de los demás, como en los monos. El tamaño de las huellas es consistente con las estimaciones actuales de la talla y el peso de Homo ergaster.

Estos pies modernos, al aumentar la movilidad de nuestros antepasados, les abrieron la posibilidad de explotar una mayor variedad de habitats, lo que propició su expansión por todo el mundo desde su cuna africana.