En 1989, Josep Quintana, un joven estudiante de Geología, descubrió unos huesos fósiles en el noroeste de la isla de Menorca, cerca de Ciudadela. Los fósiles se encontraban en una pared rocosa junto a un pozo vertical comunicado con el mar, entre la punta Nati y la cala Es Pous. Meses más tarde, Quintana mostró los huesos a la paleontóloga alemana Meike Köhle y al antropólogo Salvador Moyà Solà, del Instituto Catalán de Paleontología. Köhle se dió cuenta de que eran huesos de conejo, pero de un conejo enorme y totalmente desconocido para la ciencia...
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