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viernes, 28 de mayo de 2010
Helicoplacus, la peonza marina
En 1963, dos paleontólogos estadounidenses, J. Wyatt Durham, de la Universidad de Berkeley, y K.E. Caster, de la Universidad de Cincinnati, publicaron en la prestigiosa revista Nature la descripción de Helicoplacus, primer representante de los helicoplacoideos, una nueva clase de equinodermos fósiles, el grupo que incluye a las estrellas y erizos de mar. Helicoplacus es el equinodermo más antiguo que se ha podido estudiar en profundidad. Sus restos se han descubierto en varios lugares del mundo, aunque sólo se han encontrado especímenes completos en los montes White de California. Helicoplacus vivió en el periodo Cámbrico Inferior, hace unos 530 millones de años...
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jueves, 27 de mayo de 2010
martes, 25 de mayo de 2010
El próximo domingo, en la Feria del Libro de Madrid
El próximo domingo, 30 de mayo, a partir de las 18:00, firmaré ejemplares de mi novela "El expediente Karnak" en la caseta 329 (Maidhisa) de la Feria del Libro de Madrid.
lunes, 24 de mayo de 2010
Detectores de partículas. Entrevista en Ciencia para escuchar.
Por una vez, y sin que sirva de precedente, hablo de mi propio trabajo como físico en el portal Ciencia para escuchar.
viernes, 21 de mayo de 2010
¿Vida artificial?
El biólogo y empresario estadounidense Craig Venter acaba de anunciar a bombo y platillo la creación de "vida artificial". El hombre sabe venderse. Sin quitar importancia al avance, lo que ha hecho en realidad es implantar un genoma sintetizado en laboratorio en una célula natural y comprobar que la célula funciona. Ya antes había conseguido las dos cosas por separado: sintetizar un genoma bacteriano, e implantar el genoma de una bacteria en otra. Además, ese genoma sintético no tiene propiedades novedosas, es copia del de una bacteria natural. Javier Sampedro lo explica muy bien en El País de hoy.
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miércoles, 19 de mayo de 2010
La ecuación de transporte de Boltzmann
Hace unos días se ha anunciado en los medios de comunicación que Philip T. Gressman y Robert M. Strain, dos matemáticos de la Universidad de Pennsylvania, han resuelto la ecuación de transporte de Boltzmann, casi ciento cuarenta años después de que Boltzmann la enunciara, en 1872. No es exactamente eso; en realidad, lo que han hecho es demostrar rigurosamente la existencia y unicidad de las soluciones de la ecuación.
La ecuación de transporte de Boltzmann describe la distribución estadística de una partícula en un fluido fuera del equilibrio, y sirve para estudiar cómo determinadas propiedades físicas, como el calor o la carga eléctrica, se mueven en el fluido; de esta manera, se pueden deducir propiedades como la conductividad eléctrica, la viscosidad o la conductividad térmica del fluido.
f es una función de la posición (x), el tiempo (t) y el momento (p) que define la densidad de las partículas en el fluido, F es el campo de fuerza que actúa sobre dichas partículas, y m es su masa. El término de la derecha describe las colisiones entre partículas.
Aunque matemáticamente la demostración es importante, los físicos ya vienen usando la ecuación desde que Boltzmann la enunció. En su versión relativista, la ecuación de transporte de Boltzmann ha servido para estudiar la dinámica de las galaxias y la formación de los elementos químicos ligeros en el big bang.
Hace 50 años, La Dolce Vita de Federico Fellini ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes.
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viernes, 14 de mayo de 2010
Científicos olvidados: Friedrich Gustav Jakob Henle
El médico alemán Friedrich Gustav Jakob Henle nació en Fürth (Baviera) el 9 de julio de 1809. Estudió medicina en Heidelberg y Bonn, donde se doctoró en 1832. Durante seis años fue el asistente para las disecciones del catedrático de anatomía de la Universidad Humboldt de Berlín, Johannes Peter Müller. En 1840 fue nombrado catedrático de anatomía en la Universidad de Zúrich, y en 1844 se trasladó a Heidelberg, en cuya universidad enseñó anatomía, fisiología y patología. En 1846, Henle comenzó a publicar su Manual de Patología Racional, donde por primera vez se relacionan la fisiología y la patología como ramas de una misma ciencia.
En 1852, Henle se estableció en Gotinga. Allí, entre 1855 y 1873, publicó su Manual de Anatomía Humana Sistemática, el más completo publicado hasta la fecha. Murió en esa ciudad el 13 de mayo de 1885.
Henle descubrió el asa de Henle, un tubo con forma de horquilla que forma parte de las nefronas, y que sirve para aumentar la concentración de la orina en el riñón. Junto con su alumno, Robert Koch, definió los criterios para identificar las enfermedades infecciosas, hoy conocidos como postulados de Koch:
- El agente debe estar presente en cada caso de la enfermedad en las condiciones apropiadas y ausente en las personas sanas.
- El agente no debe aparecer en otra enfermedad de manera fortuita o saprófita.
- El agente debe ser aislado del cuerpo en un cultivo puro a partir de las lesiones de la enfermedad.
- El agente debe provocar la enfermedad en un animal susceptible al ser inoculado.
- El agente debe ser aislado de nuevo de las lesiones producidas en los animales de experimentación.
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martes, 11 de mayo de 2010
Los gigantes del mar amazónico
En 1972 se descubrió en Venezuela un caparazón de tortuga casi completo, de 2,35 metros de longitud y 1,85 de anchura, que con algunos otros restos fósiles fue asignado a una nueva especie de tortuga, bautizada con el nombre de Stupendemys (“galápago asombroso”). Se estimó que el ejemplar habría medido en vida más de tres metros y medio de longitud, y habría pesado unas dos toneladas. En 1992 se descubrió en el mismo yacimiento una caparazón aún mayor, de 3,3 metros de largo y 2,18 de ancho, lo que corresponde a un animal de 5,25 metros de longitud y seis toneladas de peso. Es la mayor tortuga conocida, y vivió en la segunda mitad del periodo Mioceno, hace entre 10 y 5 millones de años...
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viernes, 7 de mayo de 2010
Los satélites galileanos de Júpiter
(Publicado originalmente en Madrid Sindical)
Hace 400 años, en enero de 1610, Galileo descubrió los cuatro satélites mayores de Júpiter: Ío, Europa, Ganimedes y Calisto, a los que bautizó con el nombre de “estrellas mediceas” en honor de la poderosa familia Médici, con la intención de obtener el mecenazgo del duque Cosme II de Médici.
La noche del 7 de enero de 1610, Galileo apuntó su telescopio hacia Júpiter, y observó tres estrellas que formaban una línea recta con el planeta. La noche siguiente, Galileo comprobó que el movimiento de esas estrellas era anómalo; noche tras noche continuó con sus observaciones, y el 11 de enero apareció una cuarta estrella (Ganimedes). Al cabo de una semana, determinó que se trataba de cuerpos planetarios que describían órbitas alrededor de Júpiter. Con este descubrimiento, Galileo acabó definitivamente con el sistema geocéntrico de Ptolomeo, en el que todos los cuerpos celestes orbitaban alrededor de la Tierra.
Galileo publicó el descubrimiento en marzo de 1610 en su obra Sidereus Nuncius, donde bautizó a los cuatro satélites con números romanos, del I al IV, desde el más cercano al más alejado de Júpiter. Los nombres actuales, los de tres doncellas y un joven seducidos por Júpiter, los debemos al astrónomo alemán Simon Marius, que en 1614 publicó, sin pruebas, que había sido el primero en observar los satélites, unos días antes que Galileo.
Los cuatro satélites galileanos describen órbitas prácticamente circulares en el plano del ecuador de Júpiter. Además, los tres más internos se encuentran en resonancia: En el tiempo que Ganimedes tarda en dar una vuelta alrededor de Júpiter, Europa da dos e Ío cuatro. Así, los satélites se aproximan unos a otros siempre en el mismo punto de sus trayectorias, y de este modo la atracción gravitatoria mutua estabiliza sus órbitas.
Desde el descubrimiento de Galileo, que sólo pudo observar los satélites de Júpiter como puntos luminosos, hemos avanzado mucho en su conocimiento. Los satélites han sido visitados por sondas espaciales y observados desde la Tierra a través de potentes telescopios, y hoy sabemos que son muy diferentes entre sí.
Ío, algo más grande que la Luna, es el cuerpo con mayor actividad geológica de todo el Sistema Solar debido a las fuerzas de marea que sufre por su proximidad a Júpiter. Su corteza de silicatos, con montañas más altas que el Everest, está cubierta de compuestos sulfurosos procedentes de más de cuatrocientos volcanes que expulsan columnas de azufre y dióxido de azufre a más de quinientos kilómetros de altura.
Europa, ligeramente menor que la Luna, es el más pequeño de los cuatro. Su superficie, una capa agrietada de hielo sin apenas relieve, cubre probablemente un océano de agua salada.
Ganimedes es el satélite más grande del Sistema Solar; es incluso mayor que el planeta Mercurio. Su corteza helada, cubierta de cráteres, está dividida en placas, como la de la Tierra. Tiene una tenue atmósfera de oxígeno, igual que Europa, y genera su propio campo magnético. Quizá albergue también un océano subterráneo.
Calisto es casi tan grande como Mercurio; igual que la Luna, muestra siempre la misma cara a su planeta. Su superficie, repleta de cráteres, es muy antigua, y está formada por hielo y roca.
La exploración de esos océanos subterráneos, que podrían albergar vida, es un objetivo prioritario de varias agencias espaciales.
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martes, 4 de mayo de 2010
Una "nueva" especie de rinoceronte africano
Existen dos poblaciones diferentes de rinoceronte blanco, que hasta ahora se consideraban subespecies: el rinoceronte blanco meridional, que en tiempos históricos se extendía por Zimbabue, Botsuana, el sur de Angola y Zambia, el centro y sur de Mozambique y el norte de Namibia y Sudáfrica; y el rinoceronte blanco septentrional, en el este de la República Centroafricana, el nordeste de la República Democrática del Congo, el noroeste de Uganda y el suroeste de Sudán, aunque en la antigüedad se lo podía encontrar incluso en el valle del Nilo. Pero recientes estudios de ADN realizados por un equipo internacional de científicos (The Sixth Rhino: A Taxonomic Re-Assessment of the Critically Endangered Northern White Rhinoceros) indican que se trata de dos especies diferentes, separadas desde hace alrededor de un millón de años.
Las diferencias anatómicas entre ambas especies ya eran conocidas. El rinoceronte blanco meridional (Ceratotherium simum) es más grande que el septentrional (Ceratotherium cottoni); los machos adultos de la primera especie pesan entre 2000 y 2400 kilos, mientras que los de la segunda sólo pesan entre 1400 y 1600 kilos. Además, el lomo de los rinocerontes septentrionales es plano, y el de los meridionales es cóncavo, con una joroba más prominente entre los hombros. Las dos especies también difieren en la forma del cráneo y en el tamaño de los dientes, más grandes en la especie meridional.
La mala noticia es que el rinoceronte blanco septentrional se encuentra en peligro crítico de extinción, con menos de veinte individuos en estado salvaje. Sin embargo, aún es posible salvarlo, y quizá este reconocimiento como especie distinta del rinoceronte blanco septentrional ayude a conseguirlo.
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