martes, 23 de octubre de 2012

El esquivo zifio de Shepherd

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El zifio de Shepherd es uno de los cetáceos menos conocidos. Fue descubierto por George Shepherd, antiguo conservador del Museo de Wanganui (Nueva Zelanda), en 1933, cuando un ejemplar quedó varado cerca de Ōhawe, en la costa sur de la Isla Norte de Nueva Zelanda. En 1937, el naturalista neozelandés Walter Reginald Brook Oliver realizó la descripción científica de la especie, y la bautizó, en honor de su descubridor, Tasmacetus shepherdi. Desde entonces, y según datos de 2006, sólo se han registrado cuatro avistamientos confirmados en el mar, tres de ellos en el Atlántico Sur, en Tristán de Acuña y en la isla de Gough, y el cuarto al sur de Tasmania, otros cinco sin confirmar, en Nueva Zelanda y en las islas Aurora, y 42 ejemplares varados en las costas de Nueva Zelanda, las islas Chatham, Argentina, Tristán de Acuña, Australia y las islas Juan Fernández. Este año, un equipo de la División Antártica Australiana ha conseguido filmar por primera vez un grupo de estos cetáceos en el estrecho de Bass, entre Tasmania y Australia.



La discreción y el sigilo de esta especie se explican por su distribución geográfica y su modo de vida: Es un cetáceo que habita en aguas profundas, mar adentro, entre los rugientes cuarenta y los furiosos cincuenta (entre los 40º y 50º y entre los 50º y 60º de latitud sur, respectivamente), donde las condiciones meteorológicas no suelen ser muy favorables para la navegación, no digamos ya para la observación de cetáceos.

El zifio de Shepherd es un cetáceo robusto que mide entre seis y siete metros y pesa alrededor de tres toneladas. Es de color marrón oscuro en el dorso y crema en el vientre, con una línea pálida que se extiende hacia arriba desde las aletas y una banda clara en el flanco posterior. Es el único zifio que conserva un juego completo de dientes funcionales, y los machos adultos tienen además un par de colmillos en el extremo de la mandíbula inferior. El melón, el abultamiento de la frente que alberga el órgano de la ecolocalización, es grande, y el hocico largo. La aleta dorsal es alta, con forma de hoz, y está situada más cerca de la cola que de la cabeza.

No tenemos ni idea de la población total de esta especie, ni de si se encuentra o no amenazada de extinción. ¡Cuánto queda aún por conocer de nuestro mundo!

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